sábado, 27 de abril de 2013

Pared

Campo se acaba, el principio del aire a mis pies.
Mientras vuelo, siento cómo me voy desprendiendo de todos los olores de mi campo,
de los frutos, de la hierba, mi manto en la noche.
Se me encoje el corazón.
Adiós a mi espacio verde y lleno.
Mientras caigo al vacío mi cabeza nubla los recuerdos de aquellos animales que me dieron su calor.
La llanura de mis días pasados.
Mi casa, vuelvo a tí  un segundo, recorro mi dormitorio, mi nido, mi útero
Me envuelve un olor a calor, una cama en la mitad, y mi pelo cae en la almohada, lleno de sueños.
Aquel lugar, donde tantas veces reímos, nos tocamos, conversamos.

Todo se va, hasta la luz del fuego.
Tu mirada, tras la ventana, esperándome llegar.

Ahora, el silencio llena mi cara,
el viento vertical cruza.
He decidido saltar hacia el precipicio, el cielo es su pared, azul.
Allí dejo mi llanura, triste, que todo habitaba.

Mientras vuelas, el mundo es infinito.
No hay resistencia, no hay llanura.
El corazón palpita, único, auténtico, vive.
Esta vez el salto es preciso.
Un espacio de tiempo para vivir un milagro.
Con miedo a crecer, a que duela, a ser.

Tanto ruido de gente y todo tan fuera de mí.
Sólo reconozco a unos pocos.
Confía, confío.
Me toco y me doy todo el amor que necesito.
Confío en mi poder.
Persona, mujer, valiente y poderosa,
que se sujeta firme, sola.





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